Imaginando, creando, pensando, mirando, disfrutando, viviendo, respirando y amando.

31 enero 2010

Conflicto ensimismado




¿Síntoma de un cuadro de demencia? Lo desconozco. Al menos se que no es mero masoquismo. Es diferente. Más complejo. No es que te pares frente a un espejo y golpees tu reflejo, rompiéndote la mano y regando con sangre el mármol del baño para que después los guardias te vean como un antisocial. Es más difícil que eso. Es rodearte de gente. Mirar. Darte cuenta que estás solo y que al parecer a nadie le importa. Ver como no haces falta en ninguna parte. Ver que no formas parte de sus vidas. Entonces, como nadie te mira puedes sacar tu alma del pecho. Dejarla flotar cerca. Sabes que no puedes salir volando por la ventana. Nada pasará. Pero el cuerpo la aspira por la boca. Se la lleva adentro, como un prisionero. Entonces abres los ojos y de nuevo estas solo. Algo gotea muy lejos. Estás en el interior, traspasando más aya de lo físico. No hay luces. Está frío. El piso es viscoso. Lugar desagradable. Hasta tu alma está triste. Y deja de importarte el insomnio, la falta de apetito, el decaimiento y la depresión. Ya solo importa que todo pesa más. Y las alas se mojan por la soledad y ya no puedes volar. No puedes ser libre. Entonces aparece un ser que está encadenado, oculto en las sombras. Y te golpea. Te hace sentir miserable. Quiebra tus alas. Arranca las plumas, el pelo, la piel, el caparazón y las escamas. Saca un puñado de verdad y te azota la cabeza con palabras crueles. Entonces se va cojeando. Derramando sangre. Y solo así lo entiendes. Él eres tú. Soy yo. Es por eso que tiene golpes en la cabeza y las alas rotas. En su rostro aún queda algo de desesperación y tristeza. La soledad se respira en el aire. Y te recuestas en el suelo viscoso. Ambos cuerpos lloran idénticamente en silencio. Se odian entre sí. Sin razones. Es mucho más fácil culparse a uno mismo que a los demás. Entonces despiertas mi cuerpo. Una luz recoge mi alma maltratada y la arrulla en su calor. Cura las heridas. Y tú me preguntas que sucede. Pero estoy tan confundida. “Ah, mujer. Tengo que cuidarte de tu peor enemigo. Tu misma”. La verdad es que no se porque me odia. Ni porque no la soporto. En una guerra así la única perjudicada soy yo. Después de todo ellas son solo mentes.

26 de agosto 2009

30 enero 2010

=B


Dando vueltas en un campo. La hierba me llega hasta la cintura. Giro hasta caer sobre el pasto más verde que pude imaginar. Mirando el cielo más celeste que pude ver. Pájaros volando, invitándome a elevarme con ellos. Como si pudiera tocar el infinito. O una nube. Pero se van. El pasto es tan frondoso que serviría de cama sin problemas. Por eso me dormí. Hora tras hora. Cuando desperté era de noche. Miré el cielo. Una luna hermosa y grande estaba sobre mi cabeza. Estrellas fugaces concede deseos se pasearon por ahí. Cerré los ojos luego de incorporarme (no puedo contarte mi deseo) (talvez no se cumpliría). Una leve brisa rodea mi cabeza. Desordena mi cabello. Toca mis labios. Tan levemente. Y otros labios rozan los míos. Tan sutilmente. Como pétalos de flores. Tus besos me tranquilizan. Y tu cuerpo se pega al mío. “Te encontré”. Hasta el amanecer.




1 de Septiembre 2009

29 enero 2010

Casa grande


Uno, dos tres cuatro. Pienso que este es un buen lugar. Tapo mi boca con los dedos para ocultar la bulliciosa risa. Cinco, seis, siete ocho. Cierro la puerta con cuidado. Las mangas de un abrigo me quedan sobre la cabeza. Avanzo hasta el fondo y me escondo tras los colgadores. Nueve, diez, once, doce. Que bien me oculté. Estás tardando mucho. Creo que voy a ganar el juego. Trece, catorce, quince, dieciséis. Entre abro la puerta e intento espiar hacia el exterior. Pero no logro verte. Salgo de puntillas para no hacer ruido. Diecisiete, dieciocho, diecinueve, veinte. Me pregunto donde estás. Te busco en la entrada. En el patio. Reviso cada habitación. Casi desesperadamente. Sin poder pensar. Entonces unas carcajadas tuyas llegan a mis oídos. Seguí tus risas hasta el sótano. Claro, olvidé la puerta falsa de tu sótano. Me aproximé a ella. Con cuidado intenté abrirla, muy calladita. Estaba con cerrojo. Con pestillo. Con llave. Con restricciones. No quise molestarte. Me di la media vuelta. Deje un camino de gotas hasta el armario. Cerré la puerta con cerrojo. Con pestillo. Con llave. Con restricciones. Avancé hasta el fondo. Me senté sobre una caja de zapatos. Treinta, cuarenta, cincuenta lágrimas. Una tele muy grande, una cerveza, una mesa de pool, uno de esos midoki… mateki… equipos de sonido, no se como se llama. Aún no logro entender que nunca quisiste jugar conmigo.

5 Septiembre 2009

28 enero 2010

Auto-retrato


¿Quién soy?

¿Quieres saber quien soy? Al menos finge interés para mentirte con razones. Quedarías tranquilo si te digo cuanto mido, cuanto peso, con quienes me junto en el colegio o como es mi comportamiento usualmente. No, por supuesto que no. Siempre quieren más. Hasta el punto de ser irritantes. No, no me estoy alterando. Solo respondo a tu interrogatorio. ¿Terminaste? Entonces dime que quieres saber. ¿La verdad? Te asustarías. Además no te importa. Te pido que te vayas, no quiero continuar con esta conversación. ¿Estás sordo? He dicho que te vayas. Déjame tranquila que estoy bien, no necesito tu ayuda. Deja de seguirme, estás hartándome. No, no tengo ningún problema. Ya te dije que me encuentro bien. No, no te estoy mintiendo. Vete, quiero estar sola. ¿Quieres saber porque? No puedo decírtelo, mucha gente se sentiría mal. Además no eres de mi confianza. Una persona tiene ese lugar y no eres tú. Por última vez déjame sola…

Ah ¿Quieres saber quién soy? Nadie. Solo una persona más hundida en sus problemas, que se han vuelto secretos para todo el mundo. Una persona que le tiene miedo a la gente. Una persona muy herida, desconfiada y sola. Ahora que lo sabes. ¿Puedo hacerte una pregunta? ¿Te importaba realmente quién soy?


Veinte de Marzo 2009